Estoy sentada en mi sofá, escribiendo unos artículos en mi computadora cuando recibo la llamada de una de mis hermanas; "Güera mi mamá se cayó al salir de la alberca en Acapulco, se fracturó la cadera porque tiene el fémur expuesto. Vamos rumbo a la ciudad de México (CDMX), pedimos una ambulancia, mi papá va con ella y yo voy manejando atrás de la ambulancia."
En ese momento mi corazón empieza a palpitar a mil por segundo, el estómago siento que se me sube y se me baja, empiezo a sentir una sensación extraña en todo mi cuerpo y comienzo a tener miles de diálogos internos, ¡vete ya!, no ¡espera!, ¿qué hago?, ¿qué tan grabe es?...
Por lo pronto, traté de estar en comunicación con mi hermana, pero al mismo tiempo no quería que se distrajera mientras manejaba en la carretera, por lo que le pedí en cuanto llegaran al hospital en la CDMX, me avisara que habían llegado.
Debido a que las ambulancias particulares deben de circular a 90 km por hora, deben de pagar caseta de cobro, y tienen muchas restricciones, tardaron mucho tiempo en llegar a la CDMX, por lo que todo ese tiempo estuve con mucha incertidumbre y toda una montaña rusa de emociones.
Pasan los días, voy recibiendo el estado de salud de mi madre, fue intervenida quirúrgicamente el día siguiente de haber llegado al hospital, le tuvieron que poner una prótesis de cadera y va a tener que llevar ciertos cuidados importantes con respecto a la cirugía para poder tener una buena recuperación.
Pero empiezan a haber complicaciones de salud, diferentes a los de su cirugía. Le hacen análisis clínicos de sangre y de orina y resulta que sus niveles de sodio, potasio, magnesio y electrolitos los tiene mas abajo del límite bajo, está con anemia severa por lo que le hicieron transfusión de sangre, sus niveles de oxigeno estaban por los 80 por lo que le pusieron oxígeno, la vejiga no está funcionando por lo que tuvieron que ponerle una sonda y no puede salir del hospital porque corre el riesgo de entrar en coma y posiblemente perder la vida. (un gran aprendizaje, lo importante que es tener los minerales en los niveles correctos y estables para nuestra salud.)
En ese momento, tomo la decisión de que es hora de viajar a la CDMX. Desgraciadamente hay un gran obstáculo, seguimos en pandemia a nivel mundial, el Covid no ha desaparecido del todo, y aunque estoy vacunada, no debo de correr riesgos y por supuesto tomaré mis precauciones, ya que viajar en avión es un riesgo alto de contraer el virus.
Por lo que comienzo el trámite de mi viaje, pedir días en mi trabajo y que se autoricen, dejar arreglado los pendientes en casa y comprar los boletos de avión; para irme a ver a mi madre y apoyar a mi hermana que ha estado cuidándola desde el comienzo del accidente. Lo cual le estoy eternamente agradecida.
No es fácil estar lejos de la familia de origen, estar recibiendo las noticias por medio de mensajes de texto, mensajes de voz y/o llamadas, cada mensaje, es en base a la interpretación y las emociones vividas por quien te las comparte, por lo que en muchas ocasiones necesitaba estar trabajando en mi, en mis emociones y mis interpretaciones, porque me estaba volviendo loca, por lo que llegué a la conclusión que no debo dejarme llevar ni por mis emociones, ni por las emociones de los demás, solo concentrarme que lo mas importante es la salud y recuperación de mi madre.
Al llegar al hospital con mi papá, siento un brinco en el corazón, tenía miedo, incertidumbre y al mismo tiempo una inmensa necesidad de ver a mi mamá.
Entro a la habitación, la veo sentada en una silla, con su carita triste, cansada, vulnerable y con esa gran pregunta ¿cuándo saldré de aquí? ...
Me acerco a ella, le doy un abrazo, le digo que la amo y que aquí estaba para apapacharla y cuidarla dentro de todas mis posibilidades. Saludé a mi hermana que estaba sentada junto a ella, y comenzamos con todo el proceso de ver los cuidados que mi mamá debe de tener, para que mi hermana pudiera irse a descansar y poder realizar sus propios pendientes.
Ver a una persona tan frágil y saber que vas a estar a su lado para cuidarla, protegerla y atenderla, entré en pánico, ¿ahora qué voy a hacer? ¿cómo debo de hacer las cosas para no lastimarla? ¿cómo debo de cuidarla para que su recuperación no se estropee? y la respuesta fue muy sencilla, el AMOR, la COMPASIÓN y la EMPATÍA son la base para poder estar con una persona que requiere de todos los cuidados. A través de esas tres importantes acciones, sabía que mi entrega incondicional al cuidado de mi madre saldría a través de, mi SER integral; cuerpo, mente y espíritu. Lo más importante fue en no pensar en mis necesidades, sino en las verdaderas necesidades de mi mamá, que ella se sintiera amada, apapachada, con palabras de aliento, haciéndola reír de vez en cuando, haciendo oración, meditando y estar en el aquí y en el ahora. Un Segundo a la Vez es una frase mágica, no me voy al pasado y tampoco a futuro. Dentro de todo esto, encontré nuevas habilidades, se me fueron muchos miedos y sabiendo que todo el cariño que le tengo a mi mamá, pude dar todo para poder estar con ella y cuidarla.
Conocer a los médicos, el ortopedista, el urólogo, y el internista, escuchar sus diagnósticos, las posibles complicaciones, la manera de cómo está siendo atendida, entendí de la importancia de lo que es soltar y dejar todo en manos de los especialistas. Lo único que puedo hacer como hija es, acompañar a mi mamá en su proceso de recuperación, ya que esa parte es responsabilidad de mi mamá.
Estar, acompañar, amar, no juzgar, no criticar, tener una escucha consciente, una comunicación asertiva, abrazar, poner límites y saber exactamente cuáles son mis responsabilidades es indispensable para un buen camino de recuperación.
Acompañar a un paciente, sobre todo si es un ser amado, no es fácil sí nos dejamos llevar por nuestras emociones, sobre todo por el miedo, la vergüenza, y en especial por creencias, mitos y por lo que la sociedad espera de ti para el cuidado de tu ser querido.
De lo que me di cuenta también, es de que el paciente necesita compañía, necesita que lo visiten, necesita ver a sus seres amados, aunque sea de lejos, aunque sean visitas cortas. Aislar a un paciente, es llevarlo a una soledad y quizás a no tener una buena recuperación.
Se llegó el momento de regresar a casa, de despedirme de mi madre, de bendecirla, y que lo que suceda será lo mejor para ella. Fueron pocos días pero con una gran entrega de amor incondicional, de aceptación, de aprendizajes, de crecimiento, de mucho trabajo emocional, porque en ocasiones sientes culpa por no estar mas tiempo, por irte y dejar todo, pero no, se quién soy, se lo que está en mis manos dar y se muy bien mis responsabilidades.
Llegue a casa y fui recibida con abrazos de mi marido e hijos, me sentí muy amada, comprendida, apoyada y respetada.
Aprender que la vida me va a ofrecer, bendiciones, adversidades, enfermedades y la muerte, que soy amada por un Dios amoroso que me da la fuerza necesaria para enfrentar todo eso, me llena de paz y serenidad para poder enfrentar todo lo que se aparezca en mi camino.
Con amor a mi madre.
Marycarmen
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