Todos nuestros comportamientos, reacciones, tienen una razón de ser.
Son nuestros propios mecanismos de defensa, de supervivencia, que nos han ayudado a través de nuestra vida para enfrentar gritos, maltratos, acoso sexual, emocional y físico, golpes, racismo, abandono, la muerte de un padre, una enfermedad, cambios de residencia, el consumo de sustancias de alguno de nuestros padres, vivir en un barrio peligroso, uno de nuestros padres que esté encarcelado, vivir en situación de calle, etc.
Por lo que observar mas a fondo nuestros comportamientos, los comportamientos de los demás tiene algo mucho más profundo que el simple comportamiento. Si entendiéramos que hay una historia nuestro acercamiento sería de compasión y empatía y no de castigo y humillación.
En el momento que hacemos consciente esto, buscaríamos apoyo de terapeutas y psicólogos.
Se necesita un espacio de contención, en donde podamos escarbar profundamente y poder hablar de nuestra herida, la cual dolerá de la misma manera que dolió en su momento, ya que no ha sido sanada y no está cicatrizada. Importantísimo tener contacto visual, una escucha atenta, parafrasear lo que la persona nos comparte para que sepa que estamos escuchando, pedir permiso para poder ir haciendo preguntas importantes y la persona se sienta segura y en confianza.
Abrirse de esa manera cuesta mucho trabajo, porque estamos tocando heridas abiertas y no sanadas.
Si continuamos con maltratos y castigos, lo que estamos haciendo es hacer la herida mas grande.
Marycarmen Blanco
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