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¿SABRÍAS QUÉ HACER? POR: MARU LOZANO CARBONELL

Actualizado: 22 jun 2019

Por Maru Lozano Carbonell


¿Qué harías si de pronto te enteras que tu hijo consume drogas? A Marycarmen Blanco se le hacía raro que su hijo de 24 años cambiara su rutina, su carácter fuera de pronto negativo y ¡que por todo explotara! Estando en la cocina con su esposo, se acerca su hijo y les confiesa que consume marihuana.


Estos padres ejemplares y trabajadores, en su vida habían estado en contacto con situaciones así.

Todo comenzó en la universidad americana cuando uno de sus compañeros de dormitorio le pide que de regalo de cumpleaños lo acompañe a consumir marihuana. No pudo negarse.


El problema crece porque los brotes psicóticos de Ricardo, se ponían cada vez más severos, hasta que Marycarmen consulta a una amiga psicóloga. Es que… ¿Por dónde? ¿Qué hacer? No era momento de sentir sino de actuar. Le recomiendan una clínica en Playas de Tijuana y deciden trasladarlo.

Con todo el sentimiento y la pena, la intervención de los padres fue trascendental.  Viviendo ellos en San Diego, le preguntan a Ricardo si le gustaría ir a Playas de paseo. Él acepta y lo llevan a la clínica donde le reciben con la siguiente pregunta: “¿Te quieres recuperar?”, Ricardo asiente y se queda a recibir 35 días de desintoxicación.


Con esa congoja se regresan a casa a sentir toda la culpa del mundo, a llorar, a confundirse, a no saber cómo acomodar el lamento mientras esta experiencia les cambia todo el esquema.

Lo que empezó a ayudar es saber que la adicción es una enfermedad, así empiezan a dominar la información aceptando que es responsabilidad de Ricardo decidir ese consumo y responsabilidad de todos ayudarlo.


Después de los 35 días le sugieren la estancia en la Casa de Medio Camino, es decir, tratamiento integral y psicoterapéutico para afianzar y evitar recaer. Lo trasladan aceptando que, a su hijo, lo verían solo los fines de semana y que todos recibirían orientación. Ahí estuvo diez meses; después un año entero en casa sin incorporarse a trabajo en empresa alguna y hasta entonces se re-insertó con éxito.


La familia siempre asistió a cubrir los objetivos del programa como reuniones con AL-ANON donde les enseñaron a poner reglas, límites, conocer la enfermedad, saber de las señales por si se presenta una recaída, dominar las técnicas para actuar asertivamente, restablecer y fortalecer los vínculos familiares y saber cómo apoyar hacia la adaptación de los cambios que dan inicio a la recuperación.

Marycarmen hizo un diario en el que anotó absolutamente todo lo que vivían desde que internaron a Ricardo y lo comparte en su libro: “La Adicción de mi hijo: Dolor, transformación y Sanación”.


La sanación comenzó plasmando de lo que sentía y lo que les iba sucediendo. Está claro que siempre se busca la felicidad de un hijo evitándole el sufrimiento, sin embargo, éste los hace madurar y crecer. La comunicación efectiva comienza con el contacto visual y la escucha sin juicio. Aceptar que la enfermedad adictiva se puede tratar es el motor principal. No cabe duda, a Ricardo lo levantaron las manos de quienes lo guiaron con conocimiento y decisión. Ninguna enfermedad debe ser motivo de vergüenza, sino de tratamiento e información.




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