El tercer hijo de cuatro, el único hombre y tres mujeres, con esos hermosos ojos azul-verde y amante de los animales.
Desde que naciste empezaste a ser mi gran maestro. A los cuatro meses fuiste diagnosticado con epilepsia. Yo apenas tenía 2 años y 10 meses para poder entender que sucedía contigo cuando comenzaste con tus crisis epilépticas a tus 5 meses de edad. Solo sabía que mi mamá dormía en el suelo a lado de tu cuna para supervisarte.
Conforme pasaban los años, todavía ignoraba que era la epilepsia, solo sabía que tomabas un medicamento para evitar las crisis y en ocasiones con o sin medicamento te daban las convulsiones.
Hasta que en una fiesta familiar, te dio una crisis en frente de todos los invitados, y recuerdo haber escuchado a dos personas muy mayores de edad decir, este niño necesita un sacerdote para que le hagan un exorcismo, tiene el demonio dentro.
Me enojó tanto ese comentario, que dentro de mi dije, mi hermanito por supuesto que no tiene el demonio dentro. El día siguiente fui a la biblioteca de mi colegio para leer sobre la epilepsia y en la enciclopedia decía que era una enfermedad mental, causada por circuitos neuronales y que con la asistencia de un médico neurólogo y medicamento se podía controlar.
Fueron pasando los años, fuimos creciendo y cada vez aprendiendo a través de ti y tus síntomas de tu enfermedad.
Desgraciadamente la salud mental está en pañales, muy poco conocimiento, requiere de mucho dinero los tratamientos y mucha ignorancia por parte de la sociedad.
No tuviste una vida nada fácil, fue totalmente retadora, desde soportar insultos, etiquetas, intimidaciones por familiares, compañeros de escuela, maestros y compañeros de trabajo.
Por tu seguridad y la de los demás, muchas actividades no podías realizar como manejar, practicar un deporte, inclusive hasta independizarte y realizarte como profesionista.
Al ver tus limitaciones, como algunos síntomas te impedían en realizar ciertas actividades, como inclusive tanto estrés te podría ocasionar una crisis epiléptica. De ahí dije, si mi hermano no puede hacer ciertas cosas, las voy a hacer yo y también me atreveré en hacer cosas hasta muy retadoras, sin que la flojera o la falta de voluntad me vencieran, todo esto a tu honor.
Pero hubo algo que no te detuvo y fue en ir a ayudar a personas desamparadas cuando se quedaron sin hogar en el terremoto de la Cd. de México de 1985, fueron tres días que te ibas temprano en la mañana y regresabas en la noche con una cara de satisfacción, porque estabas pudiendo dar parte de ti a muchas personas.
Ahí fue cuando vi tu grandeza, a través de tu bondad y de ayudar siempre incondicionalmente a otros. Un SER de luz gigantesco.
Desde el año pasado hasta hace unos días, me acompañaste siempre con una video llamada, el trayecto de mi trabajo a mi casa, y gocé enormemente esas horas de compañía tuyas, Hablando de todo lo que mas te gustaba, de perros, de documentales, de lugares de tus viajes que mas te llamaron la atención, tus juegos del ipad, tus programas favoritos o de cualquier tema que se nos ocurriera en el momento. Te voy a extrañar horrores, porque eras mi compañero de viaje.
Sin estar a tu lado fisicamente en el momento que partiste, con mi alma y mi corazón con todo mi amor, me despido de ti.
Aproveché en ir con Ricardo tu cuñado a ver el atardecer en la playa y con la inmensidad del océano, gran creación de Dios, me despedí de ti.
Te amo hermanito
Güera
