Una vez llegando a casa, después de haber dejado a mi hijo en la clínica de rehabilitación, comencé a escribir en una página de Word, como me sentía y al mismo tiempo para ver la evolución del progreso de la recuperación de mi hijo.
Esto lo hice como una rutina, diario escribía algo y me ayudo mucho para poder reflexionar de lo que estaba sintiendo en ese momento.
En muchas ocasiones me sentía tan bien y contenta que fue cuando me di cuenta del progreso de la recuperación, ya no estaba triste, o enojada.
Escribir se convirtió no solo para relajar mi estrés, sino también mi pasión; mi mente y mis pensamientos se pusieron a trabajar para yo poder expresar todo lo que sentía en el teclado de mi computadora.
Descubrí otra más de mis habilidades.
En una ocasión mi marido, me recordó una escena de la película de Diane Keaton y Jack Nicholson "Alguien tiene que Ceder", donde está ella en su casa de la playa escribiendo y llorando al mismo tiempo, con la caja de pañuelos desechables a lado. Así te veía yo cuando escribías en tu diario. Descargando todo lo que traías.
Me hizo reír hasta las entrañas, pero tenía razón.
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