Estar de pié frente a las familias de los pacientes del CIRAD, fue como tener un espejo del pasado y reflejarme yo misma con esas mismas caras de angustia, miedo, enojo o arrogancia.
Eso me ayudó muchísimo en poder contarles mi historia, de cómo me vi ese día que Ricardo tuvo su brote psicótico y desde ahí comencé a trabajar el primer paso de Alanon, ante la adicción y la psicosis de mi hijo no puedo hacer nada.
Les dije que Ricardo es nuestro maestro y que gracias a él aprendimos de la enfermedad, nos descubrimos una familia disfuncional, con codependencia y que es lo que cada uno de nosotros estamos haciendo para la recuperación.
En muchas ocasiones se me hizo un nudo en la garganta y solté lágrimas, pero eso me ayudó. El recordar y volver a vivir, definitivamente es parte de la recuperación. Para que no se me olvide de lo latente que puede estar la enfermedad y no dejar de ir a grupo, de leer, de ir a terapia y practicar los doce pasos.
Me hicieron algunas preguntas, sobre todo dudas, de saber qué hacer en el momento de que su familiar regrese a casa, y de qué manera mostrarles amor sin caer en la codependencia.
Al final me dieron las gracias, me dijeron que tengo un tono de voz que expresa mucha paz, que a pesar de lo que viví me sintieron con mucha paciencia y tolerancia, me vieron también con mucha fuerza interior y terminaron diciéndome nos diste una luz de esperanza.
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