Como padres, una de nuestras mayores preocupaciones cuando nuestros hijos alcanzan la adolescencia, son las fiestas y el alcohol. Por lo que, en casa les enseñamos el tipo de bebidas, como beberlas, cuantas copas aguantan, pedir la botella cerrada, o llevarla desde casa y pagar descorche, etc.
Pero lo que realmente no vemos, es en su vulnerabilidad que pudieran tener hacia esta droga legal, y no nos percatamos que podrían volverse alcohólicos.
Si en la historia familiar hay un alcohólico, o emocionalmente tu hijo/a es muy sensible, si está pasando por momentos difíciles, mi recomendación sería que no bebiera.
Hay que enseñarles que el alcohol, aunque esté legalizado hace daño, no se necesita para divertirse y menos como un paliativo a los problemas.
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