Al ir escribiendo mi diario, me di cuenta de lo siguiente: al confiar que mi hijo estaba en muy buenas manos, empecé hacer cosas para mi, a dormir mejor, a disfrutar a mis hijas, hacer actividades que ya no hacía, a leer mas, a ir a conferencias y encuentros especiales para los familiares. En ese momento empecé a cambiar yo, a vivir mi vida, a sentirme fuerte, valiosa, humana y feliz. Yo soy la que tiene que cambiar.
En el 1er. Taller familiar que asistí, habíamos unas 30 personas, todos familiares de algún paciente de clínica o de la casa de cuidados extensivos.
Los terapeutas prepararon todo de tal manera de que nos sintiéramos cómodos, tranquilos y en familia.
Ahí fue donde conocí, a las que son ahora mis amigas, mis confidentes, mis hermanas. Todo un grupo de madres guerreras luchando para su propia recuperación y la de su familia.
Caí en cuenta de lo maravilloso que son los grupos de autoayuda, ahí puedes hablar del problema sin que nadie te juzgue, ahí te van a abrazar, te van a comprender y te van a ayudar.
Mientras pueda seguiré asistiendo a estos talleres, los cuales me ayudaron a ver la luz de la esperanza, a hacer cambios en mi y en mi familia y ver a mi hijo en un camino de recuperación.
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